un estallido de euforia que contrastó con el plan del candidato para el balotaje

un estallido de euforia que contrastó con el plan del candidato para el balotaje

«Y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta es de (Javier) Milei». En el búnker de Unión por la Patria la euforia estaba contenida sólo por la sorpresa del resultado. Ya se habían publicado los primeros números que confirmaban lo que desde temprano habían circulado en los chats de funcionarios y militantes como mesas testigo y que daban arriba a Sergio Massa por al menos cinco puntos, pero de los que nadie se hacía cargo por el contraste con las PASO.

Hasta que minutos antes de las 21.30, con el 77 por ciento de las mesas escrutadas, en el Complejo C Art Media en Chacarita la militancia estalló, con la arenga de los dirigentes que se entremezclaban en los festejos con la gente.

Fue el puntapié inicial de una jornada que volvió a tener un pico alto de euforia cuando a las 23.10 y acompañado por su esposa Malena Galmarini y sus hijos Tomás y Milagros, el ministro de Economía-candidato se subió al escenario. «Y Massa Presideeente y Massa Presideente» y «Ponga huevo, huevo Sergio Massa; ponga huevo, huevo sin cesar, que en noviembre cueste lo que cueste, en noviembre tenemos que ganar» resonaron bien fuerte como ofrenda de recepción al tigrense.

El descontrol ya era absoluto. No sólo entre los dirigentes massistas de la primera hora, también en figuras de distintas vertientes. La tropa de la Provincia, con el triunfo contundente de Axel Kicillof, aportaba mayor bullicio: la vicegobernadora electa Verónica Magario, la ministra de Gobierno, Cristina Alvarez Rodríguez; y el jefe de asesores bonaerense, Carlos Bianco; eran los que más se hacían notar.

Pero tanta alegría y euforia encontró el contraste en la postura de Massa, que en algún momento hasta se mostró emocionado. En efecto, no hubo cantitos altisonantes contra la oposición mientras el tigrense se subió al escenario y pronunció su discurso.

El plan de campaña que trazó se mantuvo incluso en la noche misma del triunfo. «Sin excesos ni triunfalismos: hasta el 22 (de noviembre) nadie ganó nada», fue el balance de un importante dirigente massista al retirarse del búnker.

Massa lo cumplió a rajatabla. «Voy a convocar a un Gobierno de unidad nacional a partir del 10 de diciembre», fue el mensaje de Massa en varios pasajes, que generó silencios incómodos en sectores ultrakirchneristas. Por lo bajo primaba la aceptación de que el tono que le imprimió el massismo a la campaña entre las PASO y este domingo había sido la clave y no era momento para cuestionamientos.

Ello a pesar de que la apuesta de Massa parece no estar limitada a confrontar con Milei y un eventual apoyo de Mauricio Macri al candidato de La Libertad Avanza en un balotaje, sino también que incluye una crítica a lo que fue la lógica de amigo-enemigo que instaló el kirchnerismo. «La grieta se murió y empieza una nueva etapa desde el 10 de diciembre en mi gobierno», prometió, en un discurso sin gritos ni proclamas partidarias y en el que aseguró no impulsar revancha contra ninguno de sus detractores más acérrimos.

Si el jefe de la CGT, Héctor Daer, había celebrado un rato antes que «el peronismo dejó de dormir la siesta y se puso a debatir políticas públicas» para explicar el triunfo de Massa y la sorpresiva remontada, la sensación que sobrevolaba en el búnker de Chacarita era que lo ocurrido no sólo dejó al tigrense muy cerca de la Presidencia sino que abrió una nueva etapa para el PJ.

Símbolo de eso fue la postal que se eligió para el cierre: Massa, en soledad en el escenario, sin dirigentes kirchneristas ni identificaciones partidarias y hasta convocó a votantes radicales, de Juan Schiaretti, de la izquierda. El candidato de UP evitó toda proclama contra sus rivales y reivindicar las políticas del kirchnerismo, pero sí se enfocó en rechazar las propuestas de Milei, sin mencionarlo. «Patria sí, colonia no», fue uno de los cantitos con los que la multitud acompañó cada una de sus intervenciones. Apegado a su estrategia, Massa no se prendió y no se salió de su libreto.

By J. Harmon

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